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Horonuku, el caza récords terrestre de Team New Zealand

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Haciendo gala de su afán por la innovación tecnológica y el diseño, surgió el reto de batir el record de velocidad en un lago salado. Imágenes Team New Zealand

El pasado mes de febrero, el equipo neozelandés de America’s Cup anunció un proyecto para batir el récord mundial de velocidad terrestre con propulsión eólica. La idea surgió hace varios años por el interés de Glenn Ahsby y Grant Dalton, quienes comparten afición por el motorsport. Tras tenerlo todo planeado, TNZ aprovechó el impass entre el final de la anterior edición de la America’s Cup y la puesta en marcha de la inminente 37 edición que se disputará en Barcelona.

El reto es superar la actual marca la ostenta Richard Jenkins, quien en 2009 la situó en 202,9 km/h en el lago salado californiano Ivanpah, cerca de Las Vegas. Jenkins concibió un nuevo concepto de “vehículo” con una pequeña ala dispuesta verticalmente en forma de veleta auto orientable, y que cuenta con un alerón en su parte posterior para trimarla.

Todas las áreas del potente equipo de diseño neozelandés se pusieron manos a la obra, y enseguida decidieron seguir el mismo concepto que Jenkins, sabedores que su potencial tecnológico les permitiese diseñar y crear un vehículo de mayores prestaciones.

Una vez terminada su construcción, el bautizado Horonuku inició largas sesiones de pruebas en la base área militar neozelandesa Whenuapai, cercana a las instalaciones del equipo en Auckland. Allí, primero confirmaron la solidez y resistencia de las distintas partes del vehículo, y posteriormente ya se fueron centrando en la puesta a punto y optimización. Tras varias semanas de test, decidieron recortar un metro del fuselaje en la parte trasera, a fin de concentrar al máximo los centros de carga de la veleta, del centro de gravedad y de empuje lateral.

El vehículo cuenta con un largo y estrecho fuselaje, disponiendo el habitáculo del piloto en la parte central, con una rueda en la parte delantera y otra en la trasera. Para evitar la escora y el vuelco, tiene un brazo lateral con una rueda en su extremo, y además se lastra la cabina del piloto para ayudar a reducir la escora.

Todos los mandos y controles han de ser de mecánicos y accionados con la fuerza humana, incluso en el momento de arrancar el vehículo. Debido a la pequeña superficie del ala, apenas 10 metros cuadrados para minimizar su resistencia a gran velocidad, el vehículo requiere un empujón manual para arrancarlo e ir creando su propio viento aparente con el que acelerar lentamente.

Uno de los grandes retos para TNZ en este proyecto ha sido enfrentarse al desconocido, para ellos, mundo de los neumáticos. Expertos en resistencia hidrodinámicas de los foils, timones y cascos, el rozamiento de la banda de rodadura de los neumáticos y sus fuerzas de carga resultaron tareas nuevas. La ecuación a resolver pasa por encontrar el equilibrio entre el menor rozamiento sobre la superficie, su dureza apropiada para trabajar sobre la “pista” de cristales secos de sal, y evitar las deformaciones laterales por todas las fuerzas de carga llegadas a las tres ruedas.

Con todo probado, el equipo hizo buena su experiencia logística e ingenio para trasladarse hasta Australia. En diversos contenedores cargaron todo el material, incluido el vehículo. El Horonuku de desmonta completamente en piezas, capaces de cagarse en un remolque especial, que tirado por un vehículo permite ser remolcado en carretera.

Uno de los imprevistos que ha tenido en jaque a Glen Ashby y el proyecto para batir el récord ha sido las condiciones del lago Gairdner. El escenario elegido por Team New Zealand se inundó con 10 centímetros de agua hace varios meses. El agua se ha ido evaporando paulatinamente, y confían que en las fechas previstas inicialmente para su tentativa estará seco y con la capa de sal superficial con la dureza apropiada.

El record de velocidad terrestre con energía eólica se homologa bajo la supervisión y la normativa de la NALSA (Asociación Norteamericana de Navegación en Tierra), que certifica las mediciones asegurando que el recorrido no supere un desnivel de un metro. El record debe superar por más de 1,6 km/h la anterior marca durante un periodo de al menos tres segundos.